Tomado de Mundo Felino
Sobre los orígenes del gato doméstico se cuentan curiosas leyendas:
Los griegos decían que la diosa Diana lo había creado para ridiculizar al león, creado por su hermano el Dios Apolo.
Sobre los orígenes del gato doméstico se cuentan curiosas leyendas:
Los griegos decían que la diosa Diana lo había creado para ridiculizar al león, creado por su hermano el Dios Apolo.
En la cultura hebrea se cuenta que antes del
diluvio, Noé embarcó a todos los animales vivientes, y no pudo incluir a ningún
gato puesto que no existía. Cuando comenzaron a navegar en medio de la lluvia
torrencial, las ratas y los ratones empezaron a consumir las provisiones, que
pronto empezaron a escasear.
Noé desesperado, rogó entonces a Dios que le enviara los medios para solucionar este problema y Dios le envió un remedio inesperado: el león empezó a estornudar y de sus narices salieron gatitos pequeños que enseguida empezaron a cazar los ratones para solucionar el “problema”.
Noé desesperado, rogó entonces a Dios que le enviara los medios para solucionar este problema y Dios le envió un remedio inesperado: el león empezó a estornudar y de sus narices salieron gatitos pequeños que enseguida empezaron a cazar los ratones para solucionar el “problema”.
Los egipcios consideraban al gato como un ser
divino. La diosa Bast (Bastet) era representada con cabeza de gato. Su culto se
realizaba en la ciudad de Bubastis, donde había un cementerio con gatos
momificados.
El historiador griego Herodoto comentó que en el
país del Nilo, cuando estallaba un incendio, lo primero que hacían sus
habitantes era salvar a los gatos y que si alguien mataba a uno de ellos, era
condenado a muerte.
En la Edad Media, la suerte del gato cambió
considerablemente. Se le consideraba unido a seres diabólicos, vinculado con
brujos y hechiceros, y numerosas supersticiones se refirieron a él.
Se creía que si se ahogaba a un gato, su dueño
sería desgraciado durante 7 años, o si el animal se sentaba en el altar antes
del matrimonio, el matrimonio sería desdichado y efímero, o si se cruzaba un
gato negro, era seguro que ocurriría una desgracia.
El Papa Inocencio III dio una orden de exterminar a todos los gatos y a sus dueños. Felizmente, tan tremendo mandato no se cumplió del todo y muchos consiguieron salvarse.
El Papa Inocencio III dio una orden de exterminar a todos los gatos y a sus dueños. Felizmente, tan tremendo mandato no se cumplió del todo y muchos consiguieron salvarse.
Luis Pasteur, el inventor de la vacuna antirrábica,
afirmó que el gato que era el animal más limpio y más desprovisto de virus y
bacilos.
Para los celtas, los ojos del gato representaban
las puertas que conducían hacia el reino de las hadas.
Una leyenda oriental cuenta que los gatos siameses
tenían la misión de proteger las ánforas llenas de oro en los templos dedicados
a las divinidades. Cumplían tan bien su misión que, a fuerza de mirar la vasija,
sus ojos se volvieron estrábicos y la cola, que sujetaba firmemente las asas,
se retorció.
Para controlar a las ratas a bordo de los barcos,
los armadores del siglo XVIII decidieron embarcar gatos. Allí donde naufragaban
los barcos, los gatos solían escapar con vida. Esto explica cómo los felinos domésticos
han llegado a lugares tan dispares como la isla de Marion, en la zona
subantártica, o a las islas Galápagos.
Entre los galos, se castigaba la muerte de un gato
con el equivalente de una oveja y su cordero, o a la cantidad de trigo
necesaria para cubrir completamente el cadáver del gato suspendido por la cola,
con el hocico tocando el suelo.
Los egipcios inoculaban a los gatos algunas gotas
de su sangre para protegerles de las enfermedades y los malos espíritus. Estaba
prohibido matar a un gato, bajo pena de muerte, y cuando el gato moría, los
egipcios se afeitaban las cejas en señal de duelo.
Entre los machica, pueblo predecesor de los Incas,
el gato era
considerado una divinidad de orden superior.
considerado una divinidad de orden superior.
Hoy en día, es acogido con cariño en todos los
hogares, y en las preferencias populares, ocupa el segundo lugar después del
perro.
Ojalá que en la actualidad se le tuviera a los gatos al menos la mitad del respeto y consideración que le tenían los griegos.
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